Hace años, un pediatra amigo me comentó el caso de unos padres que acudidieron a su consulta con su hija de año y medio. La niña no les comía bien (le dijeron), a pesar de que tenía un sobrepeso llamativo para el que los atribulados progenitores no encontraban explicación.
Explicación que mi amigo encontró rápidamente: se habían acostumbrado a despertar a la pequeña en mitad de la noche para darle un yogur, y era evidente que incluso de día la niña comía más de lo que necesitaba.
«No se trata de tener a los niños a régimen, ni obligarles a hacer deporte, menos aún en un bebé —me comentó—. Es mucho más sencillo, y es una tarea que incumbe a los padres, que tienen que enseñar a sus hijos y predicar con el ejemplo. Se trata de comer bien y llevar una vida sana.»
No sé si es tan sencillo como él dice, pero desde luego ha de ser un objetivo irrenunciable.
Ahora bien, ¿qué ejemplo les tienen que dar? ¿Qué reglas les tienen que enseñar? Hay muchos consejos prácticos, que en mi opinión se resumen en tres:
- Educar a los pequeños en los hábitos de una alimentación saludable. La mejor manera de hacerlo es comiendo en casa alimentos sanos en las proporciones adecuadas, y explicarles por qué limitamos el consumo de algunos de ellos (la bollería industrial, por ejemplo). Además, es importantísimo que los más pequeños entiendan la importancia que tiene desayunar cada mañana de manera equilibrada, y que por mucho que les cueste tomar nada antes de ir al colegio (o que prefieran quedarse durmiendo, aunque sea a costa de robarle tiempo a la alimentación) tienen que tomar alimentos que les aporten la energía necesaria para pasar la mañana.
- El ejercicio físico es fundamental. Yo, como el pediatra, no me refiero al deporte de alta competición, ni a aburridas tablas gimnásticas: hablo de correr, saltar, subir cuestas, bajar escaleras, montar en bicicleta, dar patadas a un balón… cosas todas ellas que a los chavales les gustan y que, debidamente fomentadas, nos ayudan a combatir una de las plagas de nuestro tiempo: el sedentarismo.
- No usar la comida sana como castigo. Y me explico. Hay alimentos que nos hacen disfrutar más que otros, es inevitable. Pero saber qué le gusta y qué no a tu hijo no debe servirte para usar sus platos favoritos como premio, ni para castigarle obligándole a comer sus platos odiados. No vale darles todo lo que les gusta (bollos con chocolate, por ejemplo) si se portan bien, y limitar sus comidas a lo que les disgusta (verdura, sin ir más lejos) si se portan mal porque al final establecen una relación dañina con algunos productos que son, dejadme que lo escriba con énfasis, im-pres-cin-di-bles para una alimentación sana.
Y una alimentación sana, esto voy a subrayarlo, es fundamental para una vida mejor, si queremos ser mujeres sanas y bellas, hemos de alimentarnos como tales.
Igual me puse un poco seria, pero es que serio es el tema.