Forma correcta de limpiarse los oidos

He de confesarlo: durante algún tiempo yo también me limpié los oídos con esos bastoncillos con remate de algodón que alguien me recomendó como el mejor de los métodos posibles. Hasta que un buen día me di cuenta: solo conseguía empujar la cera hasta rincones inaccesibles de mi conducto auditivo y crear el tapón cuya formación yo quería a toda costa evitar.

Al poco, empecé a escuchar advertencias sobre los peligros del uso descuidado de esos «hisopos», y dejé de usarlos (para ese fin, porque sigo comprándolos: son tremendamente útiles para otras cosas).

¿Cómo tenía que hacerlo, entonces?

Pues en general, vale con que durante la ducha dejes entrar (¡no a chorro!) agua tibia en los oídos para ablandar la cera y luego, introduciendo un dedo con cuidado, remuevas la sobrante.

Pero quizá lo más importante es saber cuándo dejarlo, y me explico. A veces notamos que tenemos algo, un tapón, y nos damos cuenta de que hemos perdido agudeza auditiva. Y entonces probamos primero con el agua, luego con el aceite y después con la manzanilla…; luego, aunque sabemos que no es lo indicado, buscamos un bastoncillo que se nos había quedado por ahí para intentarlo de nuevo, o…

Nada de eso es correcto: si con los procedimientos más sencillos no lo solucionamos, en la farmacia nos recomendarán productos específicos para disolver esos tapones. Y si tampoco con eso lo logramos, ha llegado el  momento de acudir al especialista que eliminará el incordio en un pispás.

Limpiarse las orejas, es decir, el pabellón auricular, la parte externa y visible del oído, es relativamente sencillo; pero limpiar el canal auditivo no lo es tanto, tiene su busilis. Me refiero, por supuesto a limpiarlo de manera razonable, porque no se trata de dejarlo como una patena eliminando cualquier rastro de cera, cuya existencia no es un capricho sino una necesidad. Y, sobre todo, no se trata de limpiarlo poniendo en riesgo nuestro sistema auditivo.

Otras formas incorrectas de limpiarse los oídos

Ya os he dicho que los bastoncillos son contraproducentes. También es contraproducente:

  • Introducir en el oído cualquier tipo de elemento extraño.
  • Servirse de irrigadores que, como sueltan agua presión, en determinados casos pueden llegar a provocar la rotura del tímpano.
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