Si tienes una cierta edad, tampoco mucha, quizá lo recuerdes: veraneantes brillantes, cubiertos por una espesa y brillante capa de aceite, tostándose al sol en sesiones intensivas, sin tregua.
Y habrá quien todavía lo haga. Pero, al igual que los fumadores, aquellos aún aferrados a esa rutina achicharrante no pueden alegar ignorancia: desde hace tiempo está demostrado que las radiaciones solares, tan necesarias para el desarrollo y el bienestar, pueden causar daños mortales.
Desde luego, no pretendo ni amargarte el buen tiempo ni fastidiarte las vacaciones. Pero sí quiero compartir algunas normas básicas para disfrutar del sol sin padecer sus efectos secundarios.
Lo voy a hacer en dos partes, en dos entregas. En esta primera hablaré de la propia sensibilidad y la calidad de la radiación; en la segunda, de los métodos de protección solar.
Lo primero es, como diría el filósofo, conocerte a ti mismo. Conocer, por decirlo en términos adecuados, tu fototipo.
Es evidente que un individuo de piel clara, ojos azules y pelo rubio no aguanta el sol como uno moreno, de ojos como tizones y pelo negro y ensortijado. Los primeros, los que siempre se queman y nunca se broncean, son los más predispuestos a sufrir un melanoma, sobre todo si además de ser «pálidos» tienen lunares abundantes o gigantes.
¿Sabes cuál es tu fototipo? Podrás identificarlo fácilmente con esta tabla:
Ahora bien. Del mismo modo que es fundamental saber cómo reacciona tu cuerpo al sol, es esencial tener muy presente a qué tipo de sol nos enfrentamos porque nada tiene que ver broncearse en el Mediterráneo en marzo, que en Australia (con el agujero de la capa de ozono sobre nuestras cabezas) durante el verano austral.
Es decir: debes tener en cuenta cuál es el Índice de Radiación Ultravioleta (UVI), un factor que empieza a ser habitual en las predicciones meteorológicas y que cuantifica los niveles de radiación UV en relación con sus efectos sobre la piel humana: puede ser bajo (1-3), medio (4-6), alto (7-9) o extremo (10 o más).
Por norma general, a falta de datos oficiales, ten en cuenta que la radiación solar:
- Es muy dañina al mediodía.
- En el hemisferio norte, es máxima a finales de la primavera y comienzos del verano, y mínima a finales de otoño y principios de invierno.
- Aumenta de intensidad a medida que nos aproximamos al Ecuador y ascendemos a las alturas.
- Es reflejada y potenciada por el agua, la arena y la nieve; y reducida por la concentración abundante de nubes y la lluvia.